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viernes, 5 de septiembre de 2008

De violaciones, VIH y sentencias justas



POR SUSI POLA

SANTIAGO.- El pasado viernes 29, los jueces Juan Francisco Carvajal Cabrera, Nicio Antonio Medina Figuereo y Alejandro Montilla Ramírez, del primer tribunal Colegiado de Barahona, condenaron a 20 años de prisión y al pago de una indemnización de 200 mil pesos de multa a favor de la víctima, así como al pago solidario de un millón de pesos, como indemnización por los daños y perjuicios, a Tirson Eludis Vásquez (Chita) y a Moreno Urbáez (Gugú), violadores sexuales de una menor de 12 años en el municipio de Mella, Independencia, en febrero del 2006.

El testimonio de la señora Miguelina Cuevas, primera persona que socorrió a la niña después del crimen, fue tan determinante como la experticia de las Sicólogas Sarah Iglesias y Clarissa Valdez, del equipo técnico de la Colectiva Mujer y Salud, así como el informe del Médico Legista, doctor Francisco Moquete y la defensa de la doctora Clara Luna Jiménez, de la Secretaría de Estado de la Mujer, SEM.

El caso había sido dado a conocer a la opinión pública en un documento puesto a circular en los medios de comunicación, encabezado por el departamento de No Violencia de la SEM y la Colectiva Mujer y Salud, COMUS, nota que reclamaba a la Suprema Corte de Justicia y a la Procuraduría su intervención a fin de que el crimen no se mantuviera en la impunidad.

La noticia del fallo contra los violadores de aquella niña, nos llegó precisamente participando en un taller de entrenamiento para los casos de violaciones sexuales, a médicos y médicas de las clínicas de Profamilia de Santiago y San Francisco de Macorís, con la participación de exponentes con la experticia con que Profamilia acostumbra a presentar el tema de derechos sexuales y reproductivos.

En nuestro país, las violencias basadas en el género más comentadas, han sido las que se ejecutan en el ámbito doméstico y aquellas que relacionan al victimario con la víctima, sobreviva o no al maltrato, de manera intrafamiliar y/o de pareja, sin embargo, en los últimos años, coincidiendo con la mejora en el registro de casos, las cifras de violaciones y abusos sexuales, comienzan a alarmarnos.
Y no es para menos, porque las secuelas son de por vida cuando se tratan de embarazos no deseados y/o contagio de enfermedades de transmisión sexual.

Como nos informaba Myrna Flores, encargada del Programa de Violencia Basada en el Género de Profamilia, de acuerdo a datos de UNIFEM (Fondo de Desarrollo de la Naciones Unidas para la Mujer), alrededor de 40 millones de niñas y mujeres en el mundo son víctimas de violación cada año, lo que las coloca en riesgo de contraer el VIH y de padecer violencia.
En el Caribe, una mujer joven tiene probabilidades 10 veces mayores de ser infectada en relación a un hombre de su misma edad y la aparición de la enfermedad ocurre antes de los 30 años, lo que implica que se infectaron 10 años antes.

Que la violencia contra las mujeres y las niñas es un problema fundamental de derechos humanos y de salud pública a nivel mundial, nos lo dijo la Organización Panamericana para la Salud, OPS, hace casi veinte años, y que aumenta la vulnerabilidad de las mujeres y niñas ante el VIH/SIDA, es una conclusión a la que personas prestadoras de servicios médicos en las Clínicas de Profamilia en el país, han llegado a partir de los registros de sus consultas, coincidiendo con colegas de otros países de la región.
Es decir que la violencia de género es tanto una causa como una consecuencia del VIH/SIDA, ya que las agresiones sexuales contribuyen al contagio de la enfermedad.

Si el VIH/SIDA se está volviendo femenino, sobre todo de jóvenes, a nivel de la región y de nuestro país, no es por causalidad no por accidente, es el resultado directo del continuo y persistente abuso a los derechos humanos de las mujeres.

susipola@gmail.com

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