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viernes, 25 de enero de 2008

Juan Pablo Duarte



Juan Pablo Duarte y Diez nació en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813, durante el período conocido como el de la "España Boba". Sus padres fueron Juan José Duarte, oriundo de Vejer de la Frontera en la provincia española de Cádiz, y Manuela Diez Jiménez, oriunda de El Seibo, hija a su vez de padre español y madre dominicana.



Luego de que las tropas del haitiano Toussaint L'Ouverture llegaron al país en 1801, tomando posesión de la ciudad de Santo Domingo, los Duarte salieron hacia Puerto Rico, residiendo en Mayagüez, Puerto Rico, donde ha debido nacer su hijo primogénito Vicente Celestino, pero hasta ahora no se ha encontrado constancia de ello. La familia regresó al país luego de terminada la guerra de la Reconquista en 1809, cuando el país volvió a ser colonia española.



Su padre trabajó tesonera y provechosamente en su negocio de efectos de marina y ferretería, único en su género en la ciudad de entonces, situado en la margen occidental del río Ozama, en la zona conocida con el nombre de La Atarazana. En esta época nacieron, además de Juan Pablo, dos de los cinco hijos llegados a mayores: Filomena y Rosa. Nacieron otros que murieron jóvenes: Francisca, Sandalia y Manuel.


El padre de Duarte murió en la. ciudad de Santo Domingo eI 25 de Noviembre del 1843, estando Duarte ausente del pais y su madre en Caracas en el 1858, durante el destierro que le impuso Santana, en unión de sus hijos.


Juan Pablo fue bautizado en la Iglesia de Santa Bárbara el 4 de febrero de 1813. Sus primeras enseñanzas las recibió de su madre y, más tarde, asistió a una pequeña escuela de párvulos dirigida por una profesora de apellido Montilla. De allí pasó a una escuela primaria para varones, donde desde muy temprano dio muestras de una gran inteligencia. Fue admitido más tarde en la escuela de don Manuel Aybar, completando sus conocimientos de lectura, escritura, gramática y aritmética elemental.



Siendo casi un niño recibió clases sobre teneduría de libros para pasar, ya adolescente bajo la tutoría del doctor Juan Vicente Troncoso, uno de los más sabios profesores de entonces. Con él estudió Filosofía y Derecho Romano, mostrando, una vez más, su gran deseo de superación y de amor por los estudios.


En 1828 o en 1829, con apenas quince años de edad, y acompañado del señor Pablo Pujols, comerciante ligado a su familia, sale vía Estados Unidos, Inglaterra, y Francia rumbo a España, radicándose en Barcelona, donde tenía parientes. Poco se conoce de Duarte durante su permanencia en España.



Para 1831 ó 1832 aparece de nuevo en Santo Domingo y trabaja en el negocio de su padre. Realiza una intensa vida social que le liga a importantes sectores de la pequeña burguesía urbana. Es testigo de matrimonios, apadrina bautizos y asiste a reuniones de carácter cultural. Esa viviencia de la sociedad es la que le permite percibir que existe un sentimiento patriótico que rechaza la presencia de los haitianos en el país.


El mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original.



Apegado a la lectura y ávido de conocimientos, traducía del francés al español, así como del latín. El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una discreta labor de proselitismo, fundó la sociedad secreta "La Trinitaria". para que asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Esta sociedad, que respondía a una estructura celular, tenía por lema "Dios, Patria y Libertad" y sus primeros miembros fueron Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo. Más adelante surgió otra sociedad "La Filantrópica" destinada a realizar una importante labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales.



Duarte tenía antes de la independencia un definido concepto de la nación dominicana y de sus integrantes. En su proyecto de constitución dice con claridad que la bandera dominicana puede cobijar a todas las razas, no excluye ni da predominio a ninguna. Su concepción de la República era la de un patriota, republicano, anticolonialista, liberal y progresista.



Cuando se inició en 1843 la revolución contra Boyer que repercutió en la parte oriental de la isla, Duarte encabeza el movimiento reformista en la ciudad de Santo Domingo. Juega un papel decisivo que lo llevó al liderato de los republicanos que luchaban por la independencia. Las circunstancias lo obligaron, más tarde, junto a otros compañeros a abandonar el país. Pero al ausentarse del territorio nacional sus compañeros, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, llevaron a cabo las gestiones finales del movimiento. Redactaron el Manifiesto del 16 de enero de 1844 en el cual quedaron plasmados los principios republicanos y liberales que Duarte predicó durante años y ratificaron, en el cuerpo de ese documento, la firme voluntad de crear un Estado soberano.


Después del 27 de febrero regresó a su patria, y se incorporó a la Junta Central Gubernativa dominada por los sectores más conservadores que no tenían fe en la viabilidad de la República. Se inició un proceso de luchas internas que culminó con la expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores del Estado dominicano. Ese Estado que nace a la vida pública, llevando en su seno oportunistas, conservadores y anexionistas en las más altas posiciones usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.


Falleció en Caracas, Venezuela, el 15 de julio de 1876 a los 63 años de edad.



Juramento de los Trinitarios.


En el nombre de la santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la Separación definitiva del gobierno haitiano, y a implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor, en cuartos encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto, seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: "Dios", "Patria" y "Libertad". Así lo prometo ante Dios y el mundo: si lo hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo.

La tercera ola de cambio para la humanidad

Por: Milton Olivo*

El gran reto de América Latina es aumentar el grado de formación de sus habitantes.

Antes de la primera ola de cambio, hace unos 10.000 años, la mayoría de las personas vivía en grupos pequeños a menudo migratorios, y se alimentaba de frutos silvestres, la caza, la pesca ó la ganadería. En algún momento hace unos ocho o diez milenios, se inició la Revolución Agrícola, que progresó lentamente por el planeta, creando poblados, asentamientos, tierras cultivadas y un nuevo estilo de vida. A finales del siglo XVII, aún no se había agotado esta primera ola de cambios, cuando estalló en Europa la Revolución Industrial, que desencadenó la segunda gran ola de cambio planetario. Y a mediados de 1950, silenciosamente irrumpió la tercera ola, detectada cuando se descubre que el número de empleados fabriles, había sido superado por los empleados del sector servicios (turismo, comunicaciones, informática, espectáculos, gestión cultural, servicios profesionales, servicios financieros, etc.).
La primera ola dominó en solitario la Tierra hasta los años 1650-1750 de nuestra era. A partir de este tiempo, la primera ola fue perdiendo ímpetu, a medida que lo cobraba la segunda, la Revolución Industrial, la cual se completó en apenas 300 años, lo que indica que es posible que la tercera ola en que estamos se complete en unas pocas décadas. En la Europa del siglo XIX, muchos pensadores, empresarios, políticos y gente corriente tenían ya una imagen clara del futuro. Percibían que la historia caminaba hacia el triunfo final de la industrialización sobre la agricultura pre-mecanizada y previeron con notable exactitud muchos cambios que traería la segunda ola, tecnologías más eficaces, ciudades mayores, transporte más rápido, instrucción, comunicación de masas, etc. Esta claridad de visión produjo efectos políticos directos y partidos y movimientos políticos pudieron trazar sus planes con respecto al futuro. La imagen del futuro se fractura –afirman los autores Alvin y Heidi Toffler- cuando una sociedad se ve asaltada por dos o más gigantescas olas de cambios y ninguna de ellas predomina claramente.
Se torna en extremo difícil precisar la significación de los cambios y conflictos que surgen. Creando tensiones sociales, generando esa aparente incoherencia en la vida política fruto de la confusión, reflejándose en una desintegración colectiva de la personalidad. Posiblemente generando el individualismo, la atomización y la consiguiente desmovilización social de que hoy somos testigos. República Dominicana. En la República Dominicana de hoy, la aportación de los sectores de la primera ola (el sector agropecuario) al PIB es de un 10,2%, los sectores de la segunda (la industria) aportan un 32% y los sectores productivos de la tercera ola, un 55%. El dilema en que nos encontramos hoy, es ser lo suficientemente creativos para llevar cada sector a su mayor eficiencia productiva potencial, en especial el sector agroindustrial, para conquistar por lo menos nuestra autosuficiencia alimentaría.

Y re-orientar el uso de los recursos disponibles hacia erradicar el desempleo mediante un agresivo apoyo al financiamiento y establecimiento de micros y pequeñas empresas, aprovechando nuestros recursos humanos preparados, al mismo tiempo que preparamos al resto de la población para que sea capaz de sumarse a la generación de riqueza de la tercera ola (a ‘mente-facturar', en lugar de manufacturar). Es interesante resaltar que la República Dominicana es un país cuya economía está liderada por sectores de la tercera ola, con el particular detalle –por desgracia- que casi en su totalidad son empresas de inversión extranjera, cuyos beneficios son expatriados, nuestros trabajadores mal pagados, un sector industrial, relativamente reducido y con un tremendo potencial agroindustrial sub-explotado, con altos grados de marginalidad y elevados índices de analfabetismo y desempleo. Un asunto trascendente es que las fábricas de la segunda ola requerían obreros manuales fácilmente cambiables.
En contraste, las empresas de la tercera ola, exigen destrezas diversas y en continua evolución; eso significa que los trabajadores son cada vez menos intercambiables y de esta forma se transforma radicalmente todo el problema del desempleo.
El fallo básico en las antiguas estrategias para dinamizar la economía es que se centran en la circulación de dinero, más que en la de conocimientos. No es posible reducir el desempleo, aumentando simplemente el número de puestos de trabajo, por que ya el problema no es sólo cuestión de números.
Pues el desempleo ha dejado de ser cuantitativo para transformarse en cualitativo, lo que transforma en obsoletos los conceptos de las escuelas económicas tradicionales, keynesianos y monetaristas. En las sociedades dominadas por la segunda ola, incrementar el poder adquisitivo de los consumidores podía estimular la economía; hoy esto no es así, y aquí se encuentra la razón de que el problema del desempleo parezca insoluble, pues hoy una inyección de dinero en el bolsillo del consumidor –como plantean las escuelas económicas tradicionales- quizás solo sirva para presionar la tasa de cambio, al demandar productos extranjeros.
Pues cuando se compra un televisor, u otro aparato, lo que se está es enviando dinero posiblemente a Japón, Korea, Taiwan u otro país, sin generar empleos en Quisqueya (República Dominicana). Por tanto, nuestro gran desafío como sociedad en América Latina, y la de los partidos políticos, es tener claro que el camino es preparar a la gente mediante la escolarización, la formación profesional y ofrecer cursos de empleo para asistencia infantil, geriátrica, servicios sanitarios, seguridad personal, adiestramiento de ocio y esparcimiento, turismo y otros similares.
Un proceso de desarrollo que podría ser estimulado si utilizamos los medios masivos de comunicación como tele escuelas para la alfabetización y la enseñanza de oficios.

Mapa Provincial

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Asi esta Divida Nuestra provincia